En la realización de toda crítica que, pretenda
erigirse como un elemento profundo de comprensión de lo criticado, se debe
partir por tratar de significar las características fundamentales que
constituyen lo que se está criticando.
Ello en función de no caer en la tentación del sesgo de
auto-confirmación propio de quienes militan en las corrientes dogmáticas de las
distintas herramientas filosóficas de abordaje de la realidad. Asumiendo (no de
manera dogmática) que el Marxismo es una de las más formidables de estas
herramientas. Marx solía ser devastadoramente contundente cuando elaboraba
alguna de sus famosas críticas, pero en esa elaboración, dejaba muy en claro un
dominio profundo de lo que estaba criticando y eso ponía en segundo plano el
estilo mordaz, a veces cruel e irónico y muchas veces ofensivo con el que realizaba
tales críticas.
Quien elabora una crítica debe asumir la
responsabilidad ética de plasmar de forma equilibrada las características de lo
que va a proceder a criticar, renunciando a cualquier tentación ventajista y
maniquea sobre la caracterización de lo criticado (aquello de no confundir la “crítica
de la crítica crítica” con critica, critica, critica). De esta forma le otorga
a su crítica una cualidad de equilibrio y elegancia que le brinda a quien la
lea, un contexto que le permita significar con mayor profundidad el carácter y
la dimensión de la crítica que se está realizando.
Marx era mordaz en sus críticas hasta el límite
de lo peyorativo (pero era Marx; una inteligencia excepcional y hasta ahora muy
incomprendida). Hay quienes al tratar de emularlo equivocan el camino de la
crítica marxista (no confundir con Marxismo Crítico) creyendo que en lo
peyorativo se encuentra lo mordaz, lo cual les lleva a suscitar un nivel
bastante precario del debate, perdiendo de esta forma, la oportunidad de
desarrollar un esfuerzo intelectual de mayor profundidad que, incluso, produzca
aportes reales más allá de la mera repetición de lo que otros ya escribieron.
Sobre el Obrerismo
En nuestra experiencia durante el tránsito por
la sección juvenil de una de estas organizaciones (la de mayor antigüedad) que
según sus postulados luchan por la liberación del Proletariado, pudimos ver
cómo la mayoría de sus operadores nunca llegaron a estar sometidos a las
extenuantes jornadas laborales, con la exposición a ambientes tóxicos y
hostiles que exigían la máxima dedicación y empleo de la capacidad física, para
luego hacer interminables colas a la espera de medios de transporte, cuyas
características acentuaban la condición de miseria del lugar a donde uno se
dirigía para tratar de reponer fuerzas para asumir la jornada del día siguiente
y de esta forma repetir y repetir tal dinámica, hasta el punto de ya no ser
útil a quien te compra tu fuerza de trabajo. La mayoría de estos operadores de
las organizaciones “pro-liberación del Proletariado”, nunca sabrán qué es lo
que se siente estar atrapado en una dinámica que suprime cualquier posibilidad
de esperanzas por escapar de esa espantosa situación, nunca han tenido que
engañarse a sí mismo acudiendo a los juegos de azar, como sustituto de esas
esperanzas. Y si alguna vez, alguno de ellos lo llegó a experimentar, es justo
lo primero que olvidan en su nueva faceta de operadores “concientizados” de las
organizaciones “pro-liberación del Proletariado”. Estos paladines del
Proletariado, con sus categorías incomprensibles y sus afirmaciones
rimbombantes, nunca lograrán algún tipo de identidad significativa con la Clase o Grupo Social que
dicen representar y por ende los Proletarios tampoco podremos desarrollar
ningún tipo de vínculos reales con ellos, que no partan de una relación de
subordinación (clientelismo-asistencialismo) o rechazo.
En el Mito de la Caverna queda plasmado con
mayor claridad este fenómeno: Los que sustraen al esclavo del resto de su grupo
y luego le enseñan un conjunto de categorías y significados de una realidad,
que el resto del grupo de esclavos desconocen por no formar parte de su
realidad concreta, terminan por alienar al esclavo del resto de su grupo (al que ellos ya consideran un grupo de alienados
por su condición de prisioneros de la Caverna), al punto que no hay forma de que el
esclavo “Liberado” (concientizado), pueda contribuir en modo alguno a la
liberación del resto de su grupo. En conclusión: la alienación de Izquierdas es
tan mala como la alienación de Derechas. Todo dogma es sinónimo de opresión y
por ende, todo dogmático es un opresor en potencia. Todo instrumento de
comprensión de la realidad, debe desarrollarse desde las condiciones concretas
de quienes en ella existen, respetando sus experiencias y saberes previos ya que,
es desde estos, desde donde se podrán construir los puentes necesarios para
alcanzar una mayor comprensión de: en dónde se está (en qué tipo de realidad),
de qué forma se está en esta (en qué condición se está), porqué se está en la
condición en la que se está (causas y responsables) y finalmente, cómo
transformar el modo en el que se está en esta (como lo diría Lenin: “qué
hacer”).
Algunos Aportes para
El Desarrollo de una Propuesta de Transformación de la Realidad que nos Contiene.
En nuestra búsqueda de respuestas a esta incógnita
de ¿QUÉ HACER?, hemos logrado sistematizar un conjunto de planteamientos a los
que dimos el título de: Autoliberación:
Revolución Interna desde lo Colectivo (Edit. El Perro y la Rana 2012. Colección Alfredo
Maneiro). Desde donde exponemos la posibilidad de desarrollar un enfoque de
la realidad de tipo ascendente y colectivo, que implique la construcción de una
subjetividad que permita el surgimiento de un nuevo actor histórico, con
cualidades propias (Autónomas) para comprender y transformar las condiciones
concretas de su entorno inmediato, y desde allí articularse (Articulación
Productiva) con otros actores de características similares, produciendo un
tejido social de orden ascendente que se consolide a sí mismo en la medida en
que se consoliden sus mecanismos de articulación y acción conjunta, creando las
condiciones concretas que permitan transformar en tiempo real y desde las
escalas más inmediatas al sujeto, el estado actual de la realidad que nos
contiene.
En síntesis, el Poder no se toma; se Construye y/o De-Construye. Primero en las escalas más
inmediatas al sujeto y desde allí, y de forma ascendente, a las escalas de
mayor envergadura.
Y como una última aclaratoria del presente
escrito: El tipo de Poder al que nos referimos es al Poder Hacer Colectivo (Capacidad
Colectiva y Articulada de Transformación de la Realidad) y no al Poder Sobre
(Poder como Capacidad de Dominación de una Clase o Grupo Social sobre Otro, sea
de Izquierdas o de Derechas).
Saludos.
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